FRACTURAS DEL NIÑO
Las fracturas son un cambio de energia, a consecuencia de golpes, fuerzas o tracciones cuyas intensidades superen la elasticidad del hueso. El tejido óseo infantil presenta una serie de características en su composición y en su fisiología que lo diferencian del adulto, por ejemplo, el periostio es más grueso y resistente, con mayor capacidad osteogénica, el hueso infantil tiene más contenido en agua y menos en mineral, por lo que hace que se tolere mayor grado de deformidad ante la tensión y la compresión que el del adulto, mayor capacidad de regeneración tisular, presencia de núcleos de osificación y la fisis (cartílago de crecimiento) que está compuesto por varias capas: germinal, proliferativa, hipertrófica y de calcificación provisional. Las fracturas suelen afectar a la zona más próxima a la metáfisis, es decir, a la hipertrófica y a la de calcificación provisional.
Entre los 0 y los 16 años sufren, al menos, una fractura, el 42% de los niños y el 27% de las niñas. La mayor incidencia en niños es alrededor de los 15 años y, en niñas, alrededor de los 12 años. Las localizaciones más frecuentes son: 45,1% en el radio (dominando en su metáfisis y fisis distal), 18,4% en el húmero (dominando metáfisis y fisis distal), 15,1% en la tibia, 13,8% en la clavícula y 7,6% en el fémur. Las fracturas que afectan a los cartílagos de crecimiento (fisis) representan el 21,7% de las lesiones. Las fracturas de cadera son menos frecuentes.
Se pueden utilizar distintos criterios para clasificar las fracturas infantiles, algunos de ellos coinciden con las fracturas de los adultos y otros determinan los tipos especiales de fracturas que se producen en la infancia. Por ejemplo, se puede clasificar según su localización:
Y finalmente, se pueden ordenar según las lesiones de partes blandas asociadas a manera de fracturas cerradas, cuando no hay solución de continuidad en la piel adyacente al foco de fractura y no comunica el foco de fractura con el exterior; y fracturas abiertas, cuando existe comunicación entre el exterior y el foco de fractura. Al igual que en los adultos, se clasifican siguiendo la clasificación de Gustilo y Anderson:
Acerca del tratamiento, como se mencionó anteriormente, se debe realizar una atención inicial de forma inmediata en casos de pacientes politraumatizados o inestables, en segundo lugar, se hace una inmovilización con el fin de aliviar el dolor y evitar posibles complicaciones. Si se trata de una fractura abierta la prioridad de estas lesiones es la prevención de la infección. Esto se consigue mediante las siguientes medidas: desbridamiento, lavado, antibióticos ( Grados I y II: Cefazolina, con una dosis de 100-200mg/kg/d, el grado III: además de la cefalosporina: Gentamicina 5 – 7 mg / kg /día más Penicilina Cristalina: 100,000-400,000 unidades/kg/día IM o IV administrada en dosis divididas cada 4-6 horas. Si el paciente es alérgico a las cefalosporinas o penicilina se utiliza Clindamicina: 20 a 40 mg/Kg/día IV, cada 6-8 horas. La duración de la terapia antibiótica depende del grado de severidad de la fractura y de los procedimientos requeridos: en grado I 24-48 horas, en grado II 48-72 horas y en grado III tres a cinco días), además se debe adicionar profilaxis antitetánica, importante realizar cubrimiento y la estabilización inicial de la fractura.
Es una de las cosas más comunes en la población pediátrica y la explicación que se presenta aca esta muy resumido y claro
ResponderBorrarExcelente temática y abordaje de tema
Muy buena explicación
ResponderBorrarEs un tema muy interesante en pediatria y en la poblacion en general, este es un enfoque muy practico que sirve mucho para entender y estudiar los diversos temas que se deben abarcar, muy buen abordaje.
ResponderBorrarMuy buen abordaje del tema, resaltando que es importante implementar acciones preventivas tanto en los colegios como por las autoridades sanitarias, municipios y ciudades ya que como bien se expuso, la incidencia de fracturas es cada vez mayor durante la infancia-adolescencia, ademas, la evaluación de los costos económicos es fundamental, no sólo para la elección más eficaz del tratamiento en relación calidad/precio, sino también para promover una toma de conciencia preventiva colectiva.
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